viernes, 21 de diciembre de 2012

Sobre la depresión, John Carpenter y los rescates en el barrio chino.

“Una cabra dio un cabezazo y se le enredaron los cuernos.”
Un hombre así como débil, también es fuerte. Tiene que recuperar la fuerza cuando hay nubes y truenos. Esa es la imagen de la dificultad al comienzo, pero al final se ordenará el caos.
La cultura china puede ser la más rica de todas. En ella hay referencias de lo que es el budismo, el confucianismo, el taoísmo, la alquimia y la brujería. En ella se afirma que le movimiento del universo es causado por la tensión entre fuerzas positivas y negativas. Así, cuando se desequilibran en el hombre, éste se vuelve maldito. La tristeza, la ira, la maldad son sentimientos que lo dominan; es entonces cuando se convierte en demonio para vivir por siempre. Lo malo y lo repulsivo sólo existen para molestar a los vivos, el hombre con depresión (para dicha cultura) se vuelve un fantasma que juega a ser hombre, un espíritu maligno, un ser non grato para los que habitan el mundo terrenal. Es una criatura con un poder enorme que solo puede dejar miseria y destrucción a su paso. Para librarse de todo se tiene que purificar el alma de la persona antes de que sea demasiado tarde.
         Fotograma de la película "Little Trouble in Little China" de John Carpenter.

viernes, 14 de diciembre de 2012

DANZÓN (1991)





Ella, el danzón y Veracruz.




Para el personaje de María Rojo (Julia Solórzano), el baile lo es todo. Es una forma de escapar del tedio al que se somete todos los días. Cuando su pareja de baile no aparece para como quien dice “sacarle brillo al piso”, ella se muestra díscola y huraña. La solución será ir al puerto de Veracruz, hogar de Carmelo (Daniel Rergis), su pareja de baile.

-Oye, ¿Qué le pasa a tu jefa? Anda bien neurótica.

-No sé, nunca dice lo que le pasa. Se me hace que anda azotada por el tal Carmelo que no aparece.

-¿Quién es Carmelo?

-Su galán… bueno, ni eso. Es un tipo con el que se ve hace mucho para bailar. Nada más para eso.

-¿Nada más para bailar?

Julia comienza en el Distrito Federal para dar con su pareja, su alma gemela en el baile, con resultados poco satisfactorios. Julia piensa en dejar de asistir a los salones de baile. Piensa en dejar de bailar, se lo comunica a sus amigas. Pero esto es ilógico. Desde niña se le inculcó el amor al baile, al danzón.
Al no bailar, sus tensiones se acumulan y se empieza a desquitar con todos.

-¿No ves rara a Julia? Se me hace que ya le cayó la menopausia.

Su mejor amiga sabe que iban a entambar a Carmelo. Lo acusaron de robar de la caja de efectivo del restaurante donde trabajaba, pero alguien le avisó con tiempo y se peló. Es inocente pero tiene miedo. Nuestra protagonista igual, sigue sufriendo por la desaparición y el paradero desconocido.
Desesperada, empieza a buscar más y más, empieza a frecuentar salones de baile pero esta vez para encontrar a Carmelo, la sacan a bailar, se niega tomando “pepsicola nada más” con un poquito menos de esperanza por cada día que pasa. Se decide y viaja al encuentro de Carmelo.  

-Dejó su casa, su trabajo… el baile, que es lo que más importa en esta vida, pobrecito.

En Veracruz llega a un hotel/motel/casa de huéspedes regenteado por Doña ti (Carmen Salinas) y se hace amiga de “La Colorada” (Blanca Guerra) y “Susy” (Tito Vasconcelos) mientras encuentra a Carmelo.  
Novaro tiene el detalle de mostrarnos una parte de Veracru’ que veríamos tal vez de manera grotesca en otra película. Las prostitutas, los chichifos y los bares de mala muerte son retratados con mucho color y mucha más gracia. Los homosexuales (o artistas), Susy sobre todo, ayudan a Julia en su búsqueda. La directora nos muestra parte de la libertad sexual (y no libertinaje) de manera chabacana y limpia que se ejerce en parte del sur de México. Nunca vemos una escena de sexo y eso de cierta manera se agradece.

Con pistas de aquí y allá empieza a recorrer todo el puerto, una de esas pistas la lleva al muelle, uno de los barcos tiene a su hombre danzonero.



Ella deja a su hija, su trabajo, sus amistades; todo por encontrarlo a él. No puede bailar con nadie más. Se trata de inventar una vida pero no sirve pa mentir, nomás pa la bailada. Pasan varios días y ella sigue varada en el puerto, no ha perdido la esperanza. Carmelo Benítez está en un barco griego, el “Papanicolau”. Cuando pregunta por el barco le dicen que tiene un par de horas que zarpó. El muchacho que la atiende (Rubén) se siente atraído por ella y trata de conquistarla. El barco se va a Grecia. A ella le pasa por la mente viajar hasta allá.

Un muchacho comienza a frecuentarla, su nombre es Rubén y es el mismo tipo que le dijo que el barco griego partió. La besa. La abraza. La invita a pasar la noche en su barco. Ella accede. Pasaran más de una noche juntos.

(Es en éste punto en el que me doy cuenta que ella está en un viaje para encontrarse a ella misma y no par encontrar a Carmelo.)


El danzón es casi propio de Veracruz (mexicanamente hablando), la música y el baile no lo son, por eso la película funciona (por lo menos para mí). Julia tiene una pasión indescriptible por el danzón, ese va a ser el hilo que va a mantener todo a flote por casi dos horas.

Ahora bien, el lugar para ejecutar este baile debe ser un salón y en la película vemos varios. La directora nos sumerge en ese mundo del salón y el danzón ni bien comienza la cinta. Vemos como se empiezan a mover todas las parejas con una cadencia propia del mexicano. Cualquier persona que disfrute de bailar (lo que sea) sabe que en el baile no se tienen que seguir muchas reglas, más que nada hay que bailar lo que se siente; hay pasos y esos sí se tiene que seguir (no siempre, no me hagan mucho caso). La Rojo que es una cara conocida y hasta choteada en el cine mexicano se avienta la tarea de interpretar a Julia Solórzano. El guión escrito por las hermanas María y Beatriz Novaro está pensado para ella, para nadie más.

“Danzón” está lleno de la mujer, de qué es lo que piensa una. Está claro, ellas tienen el poder. Al inicio, la amiga de Julia despide al hombre en turno por una disputa, “ya le urgía ver a su vieja” dice. El mismo Carmelo y su desaparición, el muchacho del puerto (Rubén); incluso Susy y las “artistas” eran hombres y ahora son mujeres. Morirán como tales. Las mujeres mandan. Se ve en el filme a la mujer como eterna y al hombre como secundario y pasajero.

La fotografía, colores y escenarios son otra cosa. Rodrigo García hace un trabajo excelente. Mientras nuestra María Rojo  se aleja más de casa la paleta se va llenando de bastantes colores que se reflejan en la escena, a veces sientes que estás ahí. “Las artistas”, por no decir chichifos, son pieza fundamental de la película. No nada más están para hacer más amena la travesía nuestra y de la protagonista. Románticas, libres,  se vuelven una suerte de hadas madrinas, Susy sobre todo. Julia crece al mismo tiempo que El personaje de Tito Vasconcelos (Susy).  

“Danzón” es una película muy disfrutable ( a lo mejor lenta a ratos) que tiene la etiqueta de cine independiente o para entendidos, ese cine vilipendiado y lleno de estigmas por gente como  Reygadas o Cazals. La aparición de Carmen Salinas es de pura chiripa. Si busca algo diferente puede checar esta propuesta libre de clichés y estereotipos propios de una película de Fernando Sariñana.

Para saber el desenlace tiene que ver la película.




CALIFICACIÓN:  ☆☆☆1/2